Un ambiente fétido, mezclado con una pobreza tan real como el hambre que pasa cada sobreviviente de esta zona, pareciera el habitad de un pueblo atacado por guerras y plagas indescifrables, un lugar donde una buena comida ó una revisión médica es una quimera de miles de hombres y mujeres que tienen que lidiar con la muerte en sus hogares y en cada paso que dan.
Ranipet no es uno de los siete círculos del infierno de Alighieri, pero bien podría reemplazar alguno de ellos, este lugar queda en el lejano continente asiático, para ser más exacto en la India, que por difícil de creer sea el décimo país más industrializado, también tenga que afrontar a la pobreza con una rudeza que golpea a cualquier nación del mundo.
La causa principal de insalubridad de este Chernóbil asiático son los altos niveles de contaminación con metales pesados y sustancias químicas del suelo y principalmente del agua, la cual es vital en cualquier parte del mundo; esto se debe a la gran cantidad de basura electro dañina – móviles , ordenadores-, la cual, si bien ya está contaminada con plomo, empeora las cosas llegando en masas increíblemente grandes a destruir sin compasión alguna lo poco que queda del Sur de India.
Si el plomo era una dificultad mayor para los habitantes (tres millones 500 mil personas), las empresas ubicadas en Ranipet, se están – literalmente- auto eliminando, al facturar otros químicos como el sodio, lo que provoca que la ya avasalladora ola de residuos tóxicos aumente a niveles incontrolables.
La ciudad vecina de Vellore también ha comenzado a sufrir los estragos; los campos de cultivo son cada vez menos fértil y auspiciosos.
Las enfermedades son pan de cada día en esta pesadilla terrestre, nadie se salva de estar contaminado, asma, retraso mental, desnutrición y un sin fin de malformaciones congénitas, por nombrar algunos males atacan despiadadamente a los nativos, sumado a esto el analfabetismo que afecta a todos. Las úlceras arremeten en la piel de los más pequeños, al ser estos más propensos a las bacterias. La esperanza de vida de una persona adulta no sobrepasa los cuarenta años.
Si el porcentaje de contaminación en cualquier lugar es de por si fastidioso, imagínese esto multiplicado por veinte veces, más potente y fulminante. La vida dejó de ser alegre para esta ciudad, no hay motivos para celebrar, los motivos sobran para ayudar.
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