¿Por qué mueren tantas personas en el Everest?

(NC&T) Este año el recuento extraoficial de los fallecidos en el Monte Everest ya ha alcanzado los 15, el mayor número desde el desastre de 1996, cuando murieron 16 personas, ocho en una sola noche después de una tormenta inesperada.

La tasa de mortalidad en el Everest no ha cambiado con el transcurso de los años. Sigue siendo de alrededor de una muerte por cada 10 ascensos con éxito. Cualquiera que alcance la cumbre tiene una posibilidad entre 20 de no lograr descender vivo.

Entonces, ¿por qué mueren tantas personas en el Everest?, se pregunta el médico y alpinista Andrew Sutherland. Y algo todavía más importante: ¿podemos reducir este número?

Las razones principales por las que mueren las personas mientras escalan el Everest son las lesiones y el agotamiento. Hay también, sin embargo, una notable proporción de alpinistas que mueren por enfermedades relacionadas con la altura, específicamente el edema cerebral de las grandes alturas (HACE) y el edema pulmonar de las grandes alturas (HAPE).

Este año, Sutherland estuvo en el lado norte del Everest como médico en la expedición Everestmax, y se sorprendió por la gran cantidad de enfermedades relacionadas con la altura y la relativa falta de conocimiento sobre éstas entre las personas que intentan escalar el Everest.

Sutherland lo relata así: "En nuestro intento por alcanzar la cima, tuvimos ocasión de ayudar a personas afectadas con HAPE a 7.000 metros, pero más arriba encontramos cuatro cuerpos de alpinistas que habían sido menos afortunados. El último que encontramos era de un francés que había alcanzado la cumbre cuatro días antes pero estaba demasiado agotado para descender. Su mejor amigo había intentado en vano bajarlo de la montaña, pero sólo lograron descender 50 metros en seis horas y tuvo que abandonarlo".

"Algunas personas creen que parte de la razón del incremento en las muertes es el número de alpinistas inexpertos que pagan grandes sumas de dinero para ascender al Everest", señala Sutherland. "Según yo lo veo, los alpinistas no están subiendo más allá de sus habilidades como escaladores, pero en cambio sí más allá de su capacidad para afrontar la altura. Invariablemente, los escaladores no saben cuál va a ser su capacidad para afrontar una altura de 8.300 metros".

Sutherland sugiere que los alpinistas necesitan pensar menos en "la escalada" y más en su salud.

"No importa cuál sea la afección, si es HACE, HAPE o simplemente agotamiento, el resultado invariablemente es el mismo: el alpinista empieza a subir más despacio", explica Sutherland. "Si alguien empieza a avanzar con excesiva lentitud, significa que algo anda mal y sus probabilidades de fracasar aumentan mucho". Pero, con la cumbre a la vista, a menudo se ignora este consejo. 
  
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