El K2 llora su mayor tragedia

El K2, la montaña de las montañas,  ha vuelto a reafirmar su leyenda negra. El balance de la tragedia que la madrugada del pasado día 2 se desató en su tramo alto -por encima de los 8.000 metros- asciende a nueve muertos y dos desaparecidos, según fuentes del campo base. Las noticias que llegan desde allí anuncian que estos dos últimos -un francés y un irlandés- serán dados hoy mismo por fallecidos, ya que su supervivencia sin equipo más allá de las 72 horas es imposible a la altura a la que se encuentran. Además, los partes meteorológicos predicen un empeoramiento de la meteorología en la zona a partir de hoy, por lo que, si las esperanzas de un rescate eran ya de por sí remotas, ahora quedan ya totalmente descartadas.
Así las cosas, la mayor preocupación se centra en sacar de la montaña cuanto antes a los heridos, que descienden muy lentamente por la ruta de los Abruzzos, ayudados por otros compañeros supervivientes . El que presenta un estado más inquietante es el italiano Marco Confortola, localizado en un vivac a más de 8.000 metros, con graves congelaciones en los pies y un brazo, sobre el que había permanecido varias horas apoyado contra la nieve. Marco desciende con mucha dificultad por las cuerdas fijas y su expedición está intentado que un helicóptero llegue hasta el campo base avanzado, a 5.600 metros, para evacuarlo inmediatamente a un centro hospitalario.
Otro que desciende con problemas es el holandés Wilco van Rooijen, no tanto por las congelaciones que sufre como por su agotamiento extremo tras permanecer más de 48 horas perdido por encima de los 8.000, en la llamada 'zona de la muerte'. El jefe de la expedición holandesa fue localizado gracias al localizador GPS de su teléfono vía satélite, lo que permitió a los equipos de rescate conocer su ubicación exacta entre los campo IV y III de la vía de los vascos, que discurre por un espolón más al sur de la Abruzzos y conocida así porque fue abierta en 1994 por los hermanos Iñurrategi, Juanito Oiarzabal y Kike de Pablo.
Coreanos diezmados
Como suele ocurrir en estos casos, las primeras informaciones confusas han dado paso a la confirmación de lo sucedido, que difiere algo del relato inicial. La tragedia sobrevino al desprenderse un gran trozo de hielo del serac que pende sobre el 'Cuello de Botella', un estratégico y técnico paso entre el 'hombro' -una gran explanada inclinada a 8.000 metros de altitud donde las expediciones ubican el campo IV- y las empinadas rampas finales que llevan a la cumbre.
La roca se llevó por delante a un montañero y las cuerdas fijas, esa línea de vida que asegura la ruta a los alpinistas, y dejó atrapados por encima del delicado paso a decenas de escaladores, quince de los cuales habían hecho cima unas horas antes.
Un decimosexto alpinista evitó la desgracia gracias a su experiencia, pericia y velocidad en la ascensión: Alberto Zerain. El alavés se cruzó con todos los que subían cuando él ya bajaba hacia la seguridad de la tienda de campaña tras llegar a la cumbre a las cuatro de la tarde, cuatro horas antes que el resto. «Me crucé con ellos y la verdad es que vi a muchos de ellos muy justos de fuerzas, y eso que casi todos llevaban botellas de oxígeno», explicó ayer a EL CORREO. Alberto ascendió sin ellas. Cuando sobrevino la tragedia, él ya estaba muy cerca del campo III, donde durmió unas horas ajeno a la tragedia para continuar el descenso hasta el CB. Allí conoció lo sucedido.
Sin las cuerdas fijas y muy limitados por el cansancio y la falta de oxígeno, la mayoría de los alpinistas que aún estaban por encima del 'Cuello de Botella' fueron incapaces de superar el paso. Unos pocos lo consiguieron, algunos más se despeñaron en el intento y la mayoría perecieron congelados a la espera de un rescate imposible.
El grupo más afectado ha sido una expedición coreana, que ha perdido a tres de sus miembros y a dos sherpas. El resto de muertos son un miembro de la expedición holandesa cuyo nombre no ha trascendido, el serbio Dren Mandic, el noruego Rolf Bae y dos porteadores de altura pakistaníes. Uno de ellos es Karim, que ayudaba a Hugues d'Aubarede, francés desaparecido junto al irlandés Gerard McDonell.


LAS MAYORES TRAGEDIAS

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