Una grieta entre los mineros: peleas por el protagonismo y los negocios


Antes disputaban cómo sobrevivir, ahora por el protagonismo. El misterioso pacto de silencio que están a punto de romper. Hay dos grupos entre los mineros: uno que lidera Mario Sepúlveda (izq.) y el otro Luis Urzúa (der.). | Foto: Cedoc
Si bien los mineros intentaron mostrarse unidos y sellaron un acuerdo para no develar los secretos de la mina, a diez días de haber sido rescatados, aparecieron las primeras grietas en estos hombres de piedra. Abajo, peleaban por la supervivencia. Ahora, por los negocios.

En los confines de la tierra, cuando se les derrumbó la vida encima, hubo caos. Sordos por el rugido del cerro y enceguecidos por el polvo, los mineros se palparon unos a otros en la oscuridad y comprobaron, horrorizados, que no había salida. Atrapados en el fondo de la mina San José, a 622 metros de profundidad, en Copiapó, al norte de Chile, creían que ese 5 de agosto iban a morir sepultados. El jefe de turno, Luis Urzúa (54), intentó llevar tranquilidad. Pero pocos siguieron sus órdenes: hubo gritos desesperados, corridas y todos los planes para escapar fracasaron. Pensaron dinamitar la chimenea y causar un incendio para dar señales de vida. Cinco mineros se rebelaron y quisieron trepar por las rocas con sus manos. Al quinto día, más tranquilos, el grupo se organizó con el precepto bíblico de la multiplicación de los panes y los peces: comieron una cucharada de atún y tomaron medio vaso de leche por día. El personalismo pragmático de Urzúa fue resistido por quienes preferían el estilo motivador y de consenso de Mario Sepúlveda (40). Esas divisiones no impidieron que pocos días antes del rescate, ocurrido el 13, todos sellaran un misterioso pacto de silencio. Nadie, ni sus esposas ni sus padres, debían saber qué pasó en la mina durante los primeros días de peleas, roces e internas. Aunque el pacto comenzó a resquebrajarse. Si uno de los 33 rompe su palabra, se prometieron, el grupo no lo verá como un héroe. Será un traidor.

Los mineros más famosos de la historia tampoco pueden criticarse unos a otros ante la prensa. En el comienzo, el acuerdo fue honorífico. Pero cuando supieron que se habían vuelto famosos en todo el mundo y los medios ofrecían dinero para entrevistarlos, ese pacto tuvo precio. El objetivo es vender los derechos de la historia a Hollywood.

"Peleas abajo de la mina hubo, pero no se llegó a las trompadas", revela a NOTICIAS Yonny Barrios (50), el minero que bajo tierra fue el líder "médico" porque aplicaba inyecciones y curaba heridas. Sus compañeros le decían "Dr. House", aunque se hizo famoso por las dos mujeres que pretendían su amor al pie de la mina. Esas discusiones, según Yonny, se terminaban a los pocos minutos. Los mineros que se enfrentaban "terminaban dándose la mano y pidiéndose disculpas". Las decisiones se debatían y se votaban. El minero al que el sitio web TMZ, acostumbrado a hablar de celebridades de la talla de Julia Roberts, lo definió como el casanova subterráneo, fue el primero en romper uno de los mandamientos del pacto: no criticar al otro.

El presidente chileno Sebastián Piñera los presentó al mundo como "un ejemplo de convivencia", pero los entretelones que vivieron los mineros bajo tierra se fueron filtrando con el correr de los días. Las diferencias que había bajo tierra, emergieron a la superficie. Si antes las peleas eran para sostener el liderazgo y lograr la supervivencia, ahora la disputa es por el protagonismo y por los negocios que se abrirán cuando cada uno cuente su historia. Durante diez días en Copiapó, NOTICIAS habló con diez mineros y 20 de sus familiares para reconstruir parte de la historia que intentó mantenerse oculta.
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