Supervivientes del Wilhelm Gustloff

por ParadiseLost el Vie Dic 01, 2006 11:03 am Salvados de las aguas gélidas del mar Báltico. Había muchas madres con recién nacidos a bordo del "Wilhelm Gustloff", y mujeres en avanzado estado de gestación, porque el "Gustloff" tenía una sala de maternidad. Niño con gorra verde y chaqueta. "Cuando alrededor de las 9, el barco fue torpedeado, volé contra el techo. Estaba tumbada en una litera. Después de que las luces se apagaron, la gente empezó a correr de arriba a abajo. Debíamos permanecer tumbados, no nos iba a pasar nada. Cogí a mi niño del cochecito, lo envolví y le puse una gorra verde y una chaqueta, y entonces me arrastré hacia la salida. Había un montón de personas que subían desde abajo. Unos pasaban por encima de otros. Fui empujada hacia arriba por la fuerza de la muchedumbre. Arriba, me quitaron el niño y me dijeron que debía descender por una escala de cuerda, porque la barca no iba a estar mucho más ahí. Lo hice así. Después de permanecer dos horas en el agua, llegó el barco y nos recogió uno a uno. En el nuevo barco nació un niño. Y pregunté, si mi niño también estaba allí. Llevaba una gorra verde y una chaquetita. Y efectivamente estaba allí."

Fuente: 60 Jahre Kriegsende Más información sobre el Wilhelm Gustloff en este foro: http://www.zweiterweltkrieg.org/phpBB2/ ... .php?t=805 Saludos

"Heute hängt ihr uns, aber morgen werdet ihr es sein." Hans Scholl ParadiseLost Oberst

 Supervivientes del Wilhelm Gustloff (II) por ParadiseLost el Vie Dic 01, 2006 11:04 am
Prisioneras en la piscina. Las ayudantes de marina, Ursula y Rosemarie Resas quedaron encerradas en el interior de la piscina del "Gustloff". Intentaron salir por todos los medios. Poco después fueron arrastradas a las gélidas aguas del Báltico. Pensaba que nos había llegado la hora. "Nos encontrábamos bajo la cubierta del puente, y las ventanas se habían resquebrajado. Intentamos romperlas con los zapatos que llevábamos puestos. Pero no funcionó. Entonces llegó un oficial y disparó contra la ventana. Los demás apretamos con las manos hacia fuera. Mi hermana y yo saltamos a través de la ventana al agua. Pensé que era nuestro fin. El agua fría entró en nuestras bocas y orejas. Pero cogí aire y empecé a nadar. Eran joven y fuerte, y era una buena nadadora. Nadé hasta que me pude agarrar a una balsa. Todo el mar estaba cubierto por personas, de niños pequeños a los que los chalecos les iban demasiado grandes. Sus cuerpos estaban bajo el agua, y las piernas sobresalían en lo alto. El barco ya no se veía. De repente vi el foco de un bote, pero no me querían subir. A pesar de que el vote estaba lleno, me subí a él como pude."

 Fuente: 60 Jahre Kriegsende Saludos "Heute hängt ihr uns, aber morgen werdet ihr es sein." Hans Scholl 1, 2006 11:04 am

Escenas del hundimiento. 
Heinz Schön, que por aquel entonces contaba con 18 años, se dedicaba a registrar a los pasajeros, aunque al final lo dejó correr, debido a la avalancha de refugiados. Situación a bordo del barco. "A las 12 y cuarto nos pusimos en marcha. Los remolcadores nos llevaron a la zona navegable, para que el barco pudiera navegar por sus propios medios. De repente, llegó un pequeño barco de Pillau y Reval. Había estado viajando toda la noche. Gritaban que les lleváramos con nosotros. A continuación, se descolgó la escalerilla y la gente pudo subir a bordo. Se estima que eran unos 500 u 800.
No fueron registrados.
Subieron a bordo con la desventaja, de que tuvieron que ocupar las zonas, que aún quedaban libres, que se utilizaban para subir a cubierta en caso de emergencia. La gente se acomodó con todo su equipaje en esas zonas, así que era bastante difícil, subir hasta arriba." Pánico a bordo. "Uno debe imaginarse a 10.000 personas intentando subir a cubierta todas a la vez. La gente acudió en masa a esas escaleras, y los que cayeron, no pudieron levantarse nunca más.
La masa pasaba por encima de esa alfombras de cuerpos sin vida y moribundos. Yo también intenté llegar a las escaleras. Estaba metido en el caos, entre mucha gente. Debajo de mí, ya no notaba la gente que estaba tendida. Era como si me llevaran en brazos, porque no se podía decir que caminase precisamente. Pareció durar una eternidad, aunque sólo fueron minutos.
Cuando llegué a la cubierta superior a través de una puerta abierta empujado por la muchedumbre, vi el escenario de la tragedia, con las luces tenues del alumbrado de emergencia. Todo estaba cubierto de hielo. Uno no podía caminar erguido por la escora del barco, porque no era posible. Sólo se podía hacer agarrado a la barandilla. La proa ya se encontraba cubierta por el agua y estaba totalmente destruida por el primer torpedo. El puente de mando emergía delante del abismo. De la proa sólo se veía una parte. La otra estaba totalmente doblada.
" El rescate de los náufragos. "Cuando estaba en el agua, sólo veía cabezas entre los botes. No sabían en absoluto quién estaba aún vivo. En el bote éramos 35. A las 4 y media, cuando fuimos rescatados, habían muerto 30.
Los muertos fueron lanzados por la borda.
Yo mismo presencié como cogían a una niña, a la que querían tirar por la borda y entonces gritó: ¡Aún estoy viva! No se podía saber quién estaba vivo y quién no." "Me gustaría saber, como se sintió el comandante ruso que disparó a nuestro barco. Sobre todo me gustaría saber como era la atmósfera que se respiraba a bordo, si gritaron de júbilo cuando hundieron el barco. De la misma manera que los submarinos alemanes. Tenían la sensación de haber hecho algo con éxito. Y esto es lo macabro de una guerra. Tener la sensación de haber conseguido éxito en algo, a costa de la muerte de los otros. Esto es lo más grave que me puedo llegar a imaginar."
Fuente: 60 Jahre Kriegsende Saludos "Heute hängt ihr uns, aber morgen werdet ihr es sein." Hans Scholl ParadiseLost Oberst

Sólo se les permitía coger lo que podían llevar consigo. 
Helmut Engler recuerda la catástrofe del barco. Cuando en 1941, su padre fue destinado a Gotenhafen como capitán de puerto, toda la familia debió dejar la ciudad natal de Wilhelmhaven. A los 16 años, se le destinó a bordo del Gustloff como refugiado.
El barco que fue construido en 1937 por Blohm und Voss en Hamburgo tenía una capacidad para 1.400 personas. Cuando el 30 de enero de 1945, el "Wilhelm Gustloff" zarpó por última vez, llevaba a bordo más de 10.000 personas.
"La gente estaba angustiada, porque ya llevaban tras de sí muchos kilómetros", afirma Engler. "Muchos estaban tumbados en los coches, totalmente extenuados." Helmut Engler. Esperanza para los refugiados en Gotenhafen. Gotenhafen, hoy llamado Gdingen, fue para mucha gente al final de la guerra,
"El puerto de la esperanza." Allí fondeaban los barcos grandes, con los que los refugiados querían huir por el Báltico. En enero de 1945, se hallaban en la ciudad 120.000 personas que querían huir del Ejército Rojo. "La mayoría tenían sus caballos, el coche y el equipaje en el muelle", recuerda Helmut Engler. "Sólo se les permitía coger lo que podían llevar consigo." El joven Helmut Engler. Viaje a la muerte.
 Cuando el sobrecargado "Wilhelm Gustloff" dejó el 30 de enero el Golfo de Danzig, los pasajeros no podían imaginar que les deparaba el destino. Después de ocho horas de viaje, el "Wilhelm Gustloff" fue alcanzado por tres torpedos rusos.
Más de 9.300 personas murieron en las aguas gélidas del Báltico, de las cuales más de 5.000 niños. Helmut Engler no quiere ni puede olvidar la tragedia. Está ligado estrechamente a la tragedia del "Gustloff". "Llevábasmadres y niños en el barco, quizás fuiste el culpable de que se hundieran" se reprocha aún hoy en día Engler. Recorte de un periódico de una artículo sobre las vivencias de Engler.
Con el último barco a Dinamarca. Poco tiempo después del hundimiento del "Wilhelm Gustloff" Engler emprendió de nueva la huida por el Báltico. Con 16 años desertó, y consiguió una plaza en el último barco de refugiados, que dejó Gotenhafen. "Partimos rumbo a Falster", recuerda Engler.

Entonces llegó el aviso del comandante: "¡Atención! ¡Atención! Navegamos a través de minas alemanas. No sabemos dónde están, porque no tenemos ningún plano.". Irremediablemente Engler recordó su episodio con el barco de refugiados hundido: "Por suerte no nos pasó lo mismo que a las personas que viajaban a bordo del Gustloff". Las anotaciones de los recuerdos de Engler. Nunca más. Pero los Englers tuvieron más suerte que los pasajeros del "Wilhelm Gustloff".
Helmut Engler, persenció el final de la guerra junto con su hermana Monika en un campo de refugiados en Copenhague. Desde aquí volvió a su destruida ciudad natal, Wilhelmshaven. Sus vivencias durante la guerra le han dejado una profunda huella.
Camiones entre calles en ruinas. Fuente: 60 Jahre Kriegsende Texto original de Ulrike Nehls, NDR Fernsehen Saludos

 Ursula Schulze 
A bordo del Wilhelm Gustloff. "Para nosotros el barco era como un refugio más seguro. Pensábamos que nos llevaría al Oeste." "Los camarotes se llenaron con muchas personas, personas mayores, niños, mujeres... estaban a rebosar. Pero las salas grandes estaban vacías. Allí se conseguían los colchones, que estaban en el suelo, una al lado de otro, como espárragos." Los torpedos alcanzan el Gustloff y el barco empieza a hundirse. "Me quité el zapato y empecé a golpear contra la ventana. Quería romperla, pero no podía." Ursula se refiere a los cristales que cubrían la zona del paseo de cubierta. Algunos soldados que portaban armas dispararon contra ellos y los pudieron romper.
Los que no lo consiguieron se hundieron con el Gustloff. "Mi hermana, Rosemarie, se cogía a mí y decía: 'Ulla, vamos a morir.' Pero yo tenía muchas ganas de vivir. Y le dije: 'No quiero morir, quiero vivir.' "Lo peor eran los niños. Desde entonces nunca pude cantarle a mi hijo la canción: 'Alle meine Entchen schwimmen auf dem See.'" Nota: Esta una canción muy típica alemana para niños que dice: Alle meine Entchen schwimmen auf dem See Schwimmen auf dem See Köpfchen in dem Wasser Schwänzchen in die Höh Y se traduciría: Todos mis patitos nadan en el mar Nadan en el mar La cabecita en el agua La colita en lo alto (Paradise Lost) "Las cabecitas de los niños eran más pesadas que los pies.
Los que llevaban puestos los salvavidas, flotaban en el agua, con la cabeza hundida en el agua, y los pies arriba." "Más tarde unos focos nos iluminaron, y todos gritamos como locos. Los focos se quedaron enfocándonos. Entonces fuimos rescatados. Nos subieron a bordo y me agarré del cuello del primer marinero, y dije: 'Gracias a Dios, salvada,' Y él contestó: 'Más tarde, chiquilla, más tarde.' Y entonces perdí el juicio." "Había un oficial en la puerta que me miraba fijamente.
Yo también me lo quedé mirando y me dijo: '¿Tiene usted una hermana?' En aquel momento lo entendí todo. Dije: 'Sí'. Estaba con mi hermana Rosemarie hasta que la perdí de vista en el último momento. Y él dijo: 'Aquí hay una chica que se parece mucho a usted. Y está llamando todo el rato a su hermana.' Se marchó y trajo a Rosemarie. Salté sin darme cuenta de que estaba casi desnuda. La manta se había caído y nos abrazamos, lloramos, reímos... Estábamos salvadas." Rosemarie, la hermana de Ursula. El dolor sigue presente hasta hoy. "Es algo que se queda dentro. Nunca se marchará.
Es algo que llevaremos siempre encima y nunca nos lo podremos quitar de encima."
Fuente: Die große Flucht. Der Untergang der Gustloff. ZDF. Saludos

Eva Bodén Superviviente del Wilhelm Gustloff. 
"De repente se oyó una explosión, después una segunda y una tercera. Todo vibró, la luz se fue, y el barco se inclinó rápidamente hacia un lado. Escalamos por las jarcias. Mi madre me dio a mi hermana, y la senté delante de mí. Le di a mi madre la mano. Senté a mi hermana a mis pies. Si hubiera sido mi hija, probablemente la hubiera sentado entre mis pies. Entonces le di a mi madre la mano y de repente ya no estaba.
Sólo había agua. Quise darle la mano a mi hermana o cogerla fuertemente, pero también desapareció. Lo último que dijo fue: 'Eva, que suerte que te tengo aquí'. ¿No es horrible? Y no la pude salvar. Me acuerdo de mi madre. Siempre le gustaba tocar Chopin. Cuando lo oigo, me pongo muy sentimental y pienso en mi madre. Tenía 42 años cuando murió. Tan joven , tan rápido."

Rosemarie Petrus-Resas Superviviente del Wilhelm Gustloff.
"Pasamos por encima de cadáveres. Aún puedo notar esa carne blanda bajo mis pies. Las personas yacían allí y se oía por los altavoces: 'Guarden la calma'. La gente empezó a correr y a gritar. Pero nadie sabía a donde." Bajo la cubierta había un paseo, provista de un cristal de seguridad. Cuando el agua penetró, se convirtió en una trampa mortal. "Mi hermana también estaba conmigo y le dije: 'Ulla, vamos a morir.' 'No', me dijo, y me tiró de la mano." Ulla intentó romper el cristal con su zapato, pero no lo consiguió. Finalmente un oficial disparó contra las ventanas y pudieron salir. "De repente, el agua se metí en mis orejas, en la nariz y en la boca. 'Dios mío', pensé. 'Quiero perder el sentido y morir de la forma más rápida'. Pero de repente, pude respirar otra vez."

Heinz Schön Superviviente del Wilhelm Gustloff. 
El Gustloff empezó a inclinarse. Quien no encontraba un lugar donde agarrarse, caía a las gélidas aguas. "Me agarré fuerte a la estructura, porque el barco se inclinaba cada vez más. A mi lado había una mujer, y al lado de ésta dos niños y un hombre. Era el único hombre que vi a bordo de uniforme y con la cruz gamada. La mujer le gritó: '¡Acaba con nosotros!'. Sacó su pistola, se agarró fuertemente con una mano y les disparó a las dos niñas y después a su mujer. Cuando se puso la pistola en la sien, no hubo disparo alguno. No le quedaban balas. Y me gritó: 'Deme su pistola' y yo le dije: 'No tengo ninguna'. Entonces se dejo ir y arrastró a su familia por la congelada cubierta."

Jürgen Danöhl Superviviente del Wilhelm Gustloff. 
"Sonó un BUM muy corto, como ya he dicho. Y nuestra madre grito: 'Fuera, hemos chocado contra una mina'." Sólo seis de los 11 botes pudieron ser utilizados. "Un hombre se había puesto un pañuelo en la cabeza y quería subir a los botes.
Fue algo brutal. Insistía en que quería subir. Un marinero o un oficial que se encontraba allí se dio cuenta, y lo empujó hacia atrás: 'Sólo mujeres y niños'. Pero quería subir a toda costa... y... le... le pegaron un tiro. Llegó una gran ola. Nuestra madre nos había empujado hasta una bote con capacidad para ocho personas. Eso lo sé hoy, y a Manfred en uno de cuatro.
De repente llegó una gran ola y nos sacó a todos del barco. Más tarde se encontraron los 3 niños de nuevo en un bote. Y así es como fue. Estábamos los tres juntos otra vez. ¿Pero dónde estaba nuestra madre? ¿Dónde estaba Hannelore, nuestra hermana, el abuelo?"
El abuelo murió ahogado, pero el resto de la familia se salvó, como si de un milagro se tratase. "Un superviviente me dijo una vez: 'Los muertos están bien. Lo han superado. Nosotros morimos cada año'. ¿No? He pensado en ello a menudo y tenía razón... sí."
Fuente: Die Gustloff - Die Dokumentation, ZDF Saludos
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Carlos