RIVER: >Tragedia en la Puerta 12

El 23 de Junio de 1968 se disputó en el Monumental una nueva edición del Superclásico. Fue un partido olvidable que terminó 0 a 0 y aburrió a las 90.000 personas que se hicieron presentes. River ya había comenzado a cerrar la herradura del estadio hacia 1958, y la mitad de la tribuna Sívori estaba en pie.


Sin embargo, ese encuentro no es recordado simplemente por ser un nuevo enfrentamiento entre River y Boca, sino por un hecho muy lamentable.
El Monumental es uno de los estadios más seguros y cómodos del país, si es que acaso no es el número uno en esto. Pero, lamentablemente, por esos caprichos del destino, la mayor tragedia del fútbol argentino se dio ese día, en nuestra casa. La tragedia de la puerta 12.
La misma puerta 12, hoy llamada puerta L, es la primera ubicada a la izquierda de los varios accesos que tienen salida directa a la avenida Figueroa Alcorta. Posee aproximadamente unos 4 metros de ancho, dado que cada espacio entre columnas es de 8 metros, y cada acceso ocupa la mitad de esa medida.
Ese día de Junio de 1968, esa puerta se llevaría la vida de 71 personas, mayormente hinchas de Boca, aunque nunca se supo cuál fue concretamente la causa del desastre. Siguiendo las pruebas y los dichos de los sobrevivientes, tratemos de echar luz sobre esta desgracia que también forma parte de la historia del Monumental. Nos guste o no, el que tal vez sea el estadio más seguro lleva consigo la marca de la peor masacre.
Cuando faltaban 10 minutos para terminar el partido, la puerta 12 estaba cerrada. Esto dicho por un testigo que intentó salir por ella con su propio hijo. “Yo puedo asegurar que, diez minutos antes del final del partido, la Puerta 12 estaba cerrada. Mi hijo de 10 años se desmayó y quise salir por ahí, pero me vi obligado a subir con el nene en brazos y buscar otra salida. La puerta estaba cerrada, yo la vi. Y para peor, cuando la abrieron, quienes estábamos en las primeras filas nos encontramos con los molinetes. Fue tremendo, señor” (de Enrique Acuña, sobreviviente, a Clarín en 1968). Sin embargo, cuando concluyó el encuentro, otros testigos aseguran que la puerta ya estaba abierta y libre de los molinetes que dicen que causaron el desastre. La gente de Boca se había pasado el partido provocando a la policía montada, haciendo sus necesidades fisiológicas y arrojándolas desde los pisos superiores del estadio a los uniformados que se encontraban en la vereda de la avenida Figueroa Alcorta. No contentos con esto, y en pleno gobierno militar encabezado por Onganía, donde la sola mención del peronismo era digna de castigo, la misma hinchada, históricamente identificada con el justicialismo, se encargó de entonar la marcha peronista en algún tramo del encuentro.
“El clima era peligroso. Algunos hinchas habían quemado banderas de River. Otros arrojaban cohetes, monedas y vasos con orina a los que estaban en la parte baja de la tribuna. No faltaron trompadas ni pequeñas avalanchas” (de Eduardo Amatucci, testigo, a Clarín en 1968).
Terminó el partido y la gente de Boca, en lugar de salir ordenadamente, prefirió hacerlo en muy pocos minutos, saturando las escaleras innecesariamente. Todos los accesos del Monumental están matemáticamente calculados para una correcta evacuación, pero si la gente decide salir de una forma irracional, no hay salida que aguante. Eso determinó que muchos comenzaran a rodar escaleras abajo mientras otros caían sobre ellos, puesto que el flujo de público no mermaba.
La inclinación de las escaleras de salida oscila entre los 33 a 34 grados, y por consiguiente, la altura de sus escalones ronda los 18 centímetros, altura y ángulo adecuados tanto para entrar como para salir. No es verdad que la inclinación sea excesiva o muy empinada, como dijera el “arquitecto” y periodista Diego “Chavo” Fucks. Por consiguiente, no se puede decir que la causante del desastre sea la misma escalera de la puerta 12, que a su vez, es similar a todas las que están junto a ella en la tribuna Centenario, en donde nadie murió… Es verdad que las escaleras tenían escasa iluminación y pasamanos muy distintos a los de hoy, pero todas eran así, y solo la puerta 12 fue noticia por la tragedia. Demasiada casualidad que nadie falleciera en las demás…
Los molinetes tampoco fueron los causales de la masacre. Si observan fotos de la época verán que los que aparecen en ellas están intactos, cuando en verdad, si la gente hubiese muerto aplastada sobre éstos, deberían estar destruidos o deformados, y tampoco fue así. Por consiguiente, es obvio que también hay que descartar a los molinetes, más allá que hubo gente que dijo que estaban colocados y entorpecían la salida. Está claro que ya habían sido retirados.
La salida se cerraba con un sistema de puerta tipo tijera, similar a las usadas en los ascensores, y que se complementaba con cortinas de enrollar a modo de portones. Dicha puerta se rebatía sobre el lateral izquierdo, abriéndose por completo gracias a unas bisagras que la volcaban hacia adentro como si fuese una puerta común. Sin embargo, las otras puertas también tenían el mismo sistema y nadie murió en ellas, lo que hace pensar que tampoco fueron las causales del desastre. Es verdad que algunos dijeron que la puerta 12 estaba cerrada, pero los que sobrevivieron desmienten esto rotundamente, ya que pudieron salir milagrosamente por ella.
Pues bien, si no fueron las escaleras, ni los molinetes ni la puerta, ¿qué causó semejante desgracia?
Siguiendo los relatos de los testigos, algunos de los cuales siendo hinchas de Boca declararon en favor de River, con lo cual queda claro que la culpa no fue del club ni del estadio, la muerte de estas 71 personas se habría debido, en su versión más fuerte, a la salida atropellada de la hinchada xeneize que se encontró, al llegar a la vereda, con la represión policial como venganza de las provocaciones anteriormente mencionadas. Los hinchas, al querer salvarse del asedio policial, chocaron con los que bajaban sin saber qué ocurría, muriendo por asfixia al caer sobre ellos los que venían detrás. Algunos ya habían llegado al suelo rodando escaleras abajo, producto del apuro innecesario por salir de los que empujaban desde atrás, y en pequeña medida pudieron salvarse de milagro. La tragedia estaba en marcha y respondía a una suma de factores. Una hinchada que provocó a la policía y salió del estadio de manera irracional, y una fuerza policial que buscó una represión que seguramente se le fue de las manos. No es cuestión de salvar a River y al Monumental, pero si varios sobrevivientes declararon en favor nuestro siendo hinchas de Boca, creo que no hay mucho más que analizar. Por otro lado, cabe preguntarse cómo es posible hallar la única verdad en esta desgracia cuando los mismos testigos muchas veces se contradicen en el relato de los hechos…
“Los hinchas hacían sus necesidades en vasos de café y le tiraban orina y excremento a la Policía montada que estaba en la calle. Eso provocó la represión policial y luego, la tragedia” (William Kent, ex presidente de River).
“Hubo agentes que actuaron sobre la gente que se desconcentraba por la escalera de la Puerta 12, mientras era obstruida por la Policía montada. Allí se produjo el desbande y la tragedia. La puerta estaba abierta y los molinetes, retirados. Yo estaba ahí y doy fe de ello. Mi hipótesis es que se quiso poner a cubierto el desempeño de la Fuerza y se inventó el tema de los molinetes” (de Juan Carlos Tabanera, ex inspector general de la Municipalidad, a Domingos Populares en 1988).
La imprudencia que se vive en el fútbol y la inoperancia policial se llevaron ese día 71 vidas. Hoy, todo sigue igual. Con estadios obsoletos, hinchas dispuestos a hacer salvajadas y policías aptos para el desastre.


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