Santiago de Chile, 05/07/2007 (EFE)- Los 16 uruguayos sobrevivientes de un accidente aéreo en los Andes que se hicieron conocidos mundialmente por el libro "¡Viven!" han podido demostrar con hechos su agradecimiento al arriero chileno que los encontró hace 35 años.
Sergio Catalán, de 79 años, fue sometido el martes con éxito a una operación de implante de cadera que fue posible gracias a las gestiones encabezadas en nombre de sus compañeros por uno de los sobrevivientes, Roberto Canessa, quien cuando ocurrió el accidente era un joven estudiante y jugador de rugby y hoy es médico.
"Don Sergio está contento y tranquilo, al igual que su familia", señaló hoy a Efe Felipe Jugo, el médico que encabezó el equipo que le operó en la clínica Santa María de la capital chilena.
"Pasó una buena noche, con un poquito de dolor propio de estas operaciones, pero ya el domingo le estaremos dando el alta", precisó.
Catalán sufría de artrosis en su cadera derecha y necesitaba una prótesis para volver a caminar sin la ayuda de un bastón y, sobre todo, según su familia, para volver a montar a caballo y recorrer los parajes andinos, tal como ha hecho durante toda su vida.
En uno de esos recorridos, en diciembre de 1972, Catalán vio a Canessa y a Fernando Parrado, quienes habían sido encomendados por los otros sobrevivientes para buscar ayuda mientras ellos permanecían entre los restos del avión que se estrelló en los Andes el viernes 13 de octubre de 1972 cuando volaba hacia Santiago, tras haber hecho una escala en Mendoza (Argentina).
El arriero fue el primer ser humano con el que contactaron los sobrevivientes tras 72 días de penalidades en las cumbres andinas y fue quien avisó a la policía para que fueran a rescatarlos.
Para ello tuvo que cabalgar más de diez horas hasta un retén, algo que con sus problemas de cadera y sus años con seguridad no hubiera podido hacer hoy.
Desde Montevideo los sobrevivientes del accidente manifestaron su alegría por el resultado de la operación, que le fue practicada gratuitamente.
"Estamos muy felices y contentos. Se lo merece, no sólo porque nos ayudó mucho a nosotros, sino porque es una persona excelente", dijo hoy a Efe uno de los 16 sobrevivientes, Javier Methol.
Catalán, que ha pasado la mayor parte de su vida en las soledades andinas, se ha negado a hablar con la prensa o ser fotografiado e incluso pidió a los galenos mantener en secreto el día y lugar de la operación.
Sin embargo, Paula, la menor de sus nueve hijos, dijo a los periodistas que tras la intervención quirúrgica, su padre se encuentra muy tranquilo y deseoso de rehabilitarse.
"Si Dios quiere, en cuatro meses estará nuevamente cabalgando, que es su gran deseo", precisó Paula.
Jugo, del Centro Médico MEDS, entidad que colaboró decisivamente en la operación del arriero, explicó a Efe que a partir del martes o miércoles de la próxima semana el paciente comenzará su programa de rehabilitación, que se prolongará por espacio de treinta días.
"Nos abocaremos a la reeducación de la marcha, al fortalecimiento muscular y a los ejercicios propios de la nueva cadera", señaló Jugo, que agregó que después "don Sergio ya no tendrá que usar más el bastón".
Jugo señaló que una operación como la practicada a Catalán tiene un costo de cinco millones de pesos (9.523 dólares), mientras la prótesis implantada vale un millón de pesos (1.904 dólares), pero fue regalada por un donante anónimo.
Fue Canessa quien se puso en contacto con el traumatólogo chileno Felipe Jugo para ofrecer su ayuda y la de otros de sus compañeros protagonistas de "¡Viven!" para la operación.
"Entre ambos y con la ayuda del ex embajador de Chile en Uruguay Carlos Appelgren logramos gestionar la operación y felizmente todo salió bien", explicó Methol.
Los 16 sobrevivientes dieron total apoyo a Canessa para que la operación se pudiera llevar a cabo, en una historia que se ajusta en sentido positivo al dicho popular "Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos".
Methol anunció que van a seguir la evolución de Catalán y que continuarán ayudándole en todo lo que precise.
"Él no quería operarse en Santiago, quería hacerlo en el sur, pero al final aceptó", señaló Methol.
Trece personas murieron en el choque del avión Fairchild F-227 que llevaba a Chile a los jugadores del equipo de rugby "Old Christians" y a sus familiares para un campeonato.
Después fueron falleciendo otros pasajeros y tripulantes del avión hasta quedar sólo los 16 que lograron salir con vida, para lo cual tuvieron incluso que comer la carne de sus compañeros muertos.
Su historia fue contada por Piers Paul Reed en el libro "¡Viven!", publicado en 1974 en Estados Unidos, que fue un éxito de ventas y se tradujo a numerosos idiomas, e inspiró una película de igual título realizada en 1993. EFE mc/mh/ar
Terra/EFE
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