Eduardo Strauch Urioste, nació el 13 de agosto de 1947 en Montevideo, Uruguay.
Cursó sus estudios en el colegio “Stella Maris”, de la congregación irlandesa Christian Brothers, en el residencial barrio de Carrasco. Eduardo fue co-fundador del club de rugby Old Christians, creado para integrar a alumnos y ex alumnos del colegio; un Club que, años después, lo llevaría a vivir una experiencia inimaginable.
En el colegio Stella Maris en 1961.
Desde muy joven, se sintió atraído por la arquitectura, disciplina que estudió en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República Oriental del Uruguay. En 1968, y con sólo 21 años, realizó sus primeras obras de arquitectura junto a su gran amigo de la infancia, Marcelo Pérez, quien a la vez era capitán del equipo Old Christians.
Eduardo siempre fue amante de la naturaleza y un agudo observador y admirador de sus más ínfimos detalles. Desde chico frecuentó la estancia propiedad de su familia, donde aprendió los valores de la gente de campo, en especial su humildad y su respeto por la naturaleza. En su adolescencia, alternó el estudio y la vida social con las artes plásticas, incursionando en la pintura, la escultura y la talla en madera.
Eduardo junto a su equipo Old Christians.
En 1972, Eduardo decidió acompañar al equipo Old Christians en su segunda gira de rugby a Chile, con la idea de aprovechar la estadía para esquiar en las pistas de El Portillo.
Última foto de los pasajeros tomada el 13 de octubre de 1972 en Mendoza, Argentina, antes de continuar el viaje con destino a Chile.
El 13 de octubre el avión Fairchild F-227 en el que viajaban 40 pasajeros y 5 tripulantes, se estrelló en la Cordillera de Los Andes. Luego de 72 interminables días, a más de 3.500 m. de altura, soportando temperaturas de hasta 30º bajo cero y teniendo que alimentarse con carne humana, Eduardo fue rescatado junto a otros 15 sobrevivientes.
Momento en que se estrelló el Fairchild
Los supervivientes saludan a los helicópteros de rescate. Eduardo, bajando del helicóptero de rescate, y el traslado al hospital de
San Fernando, Chile.
Eduardo llegando a Montevideo, Uruguay. Los reencuentros.
Conferencia de prensa en el Colegio Stella Maris.
La alegría de haber encontrado la salida.
Ya en Montevideo, Eduardo comenzó su adaptación a una nueva vida. No fue tarea fácil; a las personas de su entorno les costaba dimensionar las sensaciones y emociones de su supervivencia en la Cordillera.
Eduardo con su familia en 1995.
Al tiempo, logró sobreponerse y capitalizar lo mejor de la odisea vivida, retomando su pasión por la arquitectura.
En 1979 se casó con Laura Braga, con quien tiene cinco hijos: Olivia, Federico, Sofía, Camila y Pedro.
La familia Strauch durante su primer viaje juntos
al lugar del accidente, en marzo de 2005.
Siempre atraído por la naturaleza, en 1976 descubrió en el balneario oceánico Faro de José Ignacio, distante a 30 Km. de Punta del Este, un ámbito ideal donde poder plasmar su espíritu creador. Pasó allí largas y fructíferas temporadas en las que logró desarrollar un estilo arquitectónico en el que prevalece el respeto a la fisonomía del lugar.
En poco tiempo, se convirtió en pionero de proyectos de arquitectura, que generaron un modelo que logró imponerse en el posterior desarrollo de ese balneario y se replicó en el barrio residencial de Carrasco, en la ciudad balnearia de Punta del Este y en otros balnearios que se extienden hasta la frontera con Brasil.
Eduardo en su estudio
de arquitectura.
www.estudiostrauch.com
Actualmente continúa al frente de su estudio de arquitectura, actividad que alterna con el dictado de conferencias en las que relata la odisea vivida en la Cordillera de Los Andes.
Es de destacar que Eduardo Strauch guardó más de 30 años de silencio sobre lo vivido, hasta que un día sintió la necesidad de trasmitir su experiencia con el espíritu de poder contribuir a mejorar o cambiar la visión de la vida de otras personas, a partir de valores tales como la fe, la esperanza, la solidaridad, el trabajo, la disciplina, la voluntad y la perseverancia.
Su conferencia “EXIT” se caracteriza por la visión humanista, madura, y por sobre todo despojada de heroicidad y de aspectos banales. En ella rescata cómo, frente a una circunstancia límite y para poder alcanzar un objetivo, afloran naturalmente el liderazgo y la necesidad de organizarse. El denomina a este fenómeno “La nueva sociedad”.
Con humildad revaloriza el rol que le cupo junto a sus primos Adolfo Strauch y Daniel Fernández Strauch, con quienes integró lo que el escritor Piers Paul Read, en el libro ¡VIVEN! describe como “El triunvirato de los primos Strauch”, que asumió el liderazgo del grupo de supervivientes, a partir de la muerte Marcelo Pérez, entrañable amigo de Eduardo y capitán del equipo Old Christians.
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Carlos