Josef Fritzl y su familia "modelo"

En el mes de abril de 2008 una noticia proveniente de Austria conmocionaba a la opinión pública, al llegar a los medios la crónica policial que relataba el calvario de una joven cuyo padre la había mantenido durante 24 años recluida en el sótano de su casa, y a la cual sometía sexualmente, dando como resultado el nacimiento de siete hijos de aquella relación incestuosa.
Nos referimos por un lado a Elisabeth Fritzl y por el otro a su padre, llamado Josef Fritzl, el cual en la actualidad se encuentra cumpliendo una condena perpetua, acusado de homicidio en primer grado, violación, esclavismo y demás cargos, agravados por el lazo familiar. 
Todo se supo en la jornada del 21 de abril de 2008, cuando una mujer triste y avejentada, de sólo 42 años, declaró ante la policía de la pequeña localidad de Amstetten, cercana a la ciudad de Viena, que desde los 18 años había sido secuestrada y confinada en el sótano de la casa por su propio padre.
Elisabeth relató el indescriptible tormento al que fue sometida durante más de dos décadas, revelando que su progenitor abusa sexualmente de ella a menudo desde los 11 años, dando lugar a una relación incestuosa que además había dado como resultado el nacimiento de siete hijos, uno de los cuales falleció a sólo tres días de nacer debido a problemas respiratorios. 
Mientras tanto, del resto de los niños, tres habían sido puestos en libertad por Fritzl, ya que fueron adoptados legalmente por él mismo y por su mujer, Rosemarie, que hasta el momento de la confesión de su hija jamás sospechó nada de lo que estaba sucediendo en su propia casa.
Para poder pergeñar su hecho delictivo, Josef se había encargado de decirle a su mujer y al resto del mundo que su hija Elisabeth se había escapado cuando tenía 18 años instigada por los miembros de una secta a la cual pertenecía la joven, y que, cada tanto, abandonaba a sus hijos recién nacidos en la puerta de la casa familiar. 
Por ello, para los vecinos Josef y Rosemanie eran personas realmente admirables, ya que se hacían cargo de aquellos pequeños que habían sido abandonados por la descarriada Elisabeth. 
Los años pasaban y mientras tanto tres de los hijos-nietos de Josef convivían con él y su madre adoptiva y abuela en la planta alta de la casa, a la vez que los otros tres permanecían junto a Elisabeth hacinados en el sótano, subsistiendo en condiciones verdaderamente infrahumanas. 
El reducto mencionado se encontraba a sólo dos metros bajo tierra, tenía una superficie de 60 metros cuadrados, contaba con dos habitaciones, un almacén y un baño, tenía piso de tierra y su altura era de 1,70 metros en el sector más alto. 
Este sótano había sido parte integrante de un antiguo refugio nuclear, por lo que para ingresar había que atravesar una pesada puerta de acero de trescientos kilos de peso, la cual sólo podía ser accionada a través de un sistema de apertura electrónica que poseía una contraseña sólo conocida por Josef. El único vínculo con el exterior que tenían Elisabeth y sus hijos era un pequeño televisor. 
En dichas condiciones, Elisabeth y sus tres pequeños recibían la visita de Josef, llamado por la opinión pública con el mote de Monstruo de Amstetten.
Cada tres días el hombre bajaba al sótano para acercarles comida, productos básicos de higiene personal, y por supuesto para violar nuevamente a su hija. Kerstin Fritzl era la hija mayor de aquella incestuosa pareja, quien con 18 años cayó gravemente enferma y por lo cual Elisabeth rogó una y otra vez a Josef de que la hiciera examinar por un médico, finalmente el 18 de abril de 2008 logró que él la llevara al hospital zonal. 
Durante la internación de la joven, Josef continuó la mentira, asegurando que Kerstin era otra de las nietas abandonadas. 
Sin embargo, los médicos no creyeron ni una sola palabra de la declaración del anciano de 74 años. Según los estudios realizados en el nosocomio, Kerstin padecía un tipo de fallo multiorgánico, cuyo origen se encontraba en una disfuncionalidad genética que era típica de los incestos. 
Inmediatamente, las autoridades del hospital decidieron poner el caso en manos de la policía. Al sentirse acorralado, Josef liberó rápidamente a Elisabeth, asegurando que su hija al fin había podido escapar de la secta. 
Pero fue en ese instante que la mujer que había sido violada por su padre desde los 11 años y que había permanecido recluida por él hacía más de dos décadas, decidió contar la terrible historia de su vida. 
Finalmente, el 19 de marzo de 2009, Josef Fritzl fue condenado a cadena perpetua, bajo los cargos de secuestro, violación y homicidio, esto último debido a considerarlo culpable por negligencia ante la situación médica que presentó su hijo-nieto que murió en el sótano, hecho ocurrido en el año 1996, y cuyo cadáver había sido incinerado por su propio padre-abuelo. 
Para conocer más información sobre esta aberrante historia, te recomendamos la lectura del libro "I’m No Monster", de Stefanie Marsh y Bojan Pancevski, y el documental titulado "Monster. libe Josef Fritzl Story", del director David Notman-Watt. 
Fuente: Graciela Marker Para Planeta Sedna Sobre la Idea de: Mala Gente de Miguel Ángel Linares
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