La noche del 19 de abril de 1994 transcurrió como cualquier otra, aunque quizás ocurrieron hechos que desembocarían en la tragedia inevitable de la madrugada siguiente. El caso es que Poli Armentano compartió una velada con sus amigos, la mayoría figuras realmente influyentes dentro de la política nacional, como el caso del Secretario Presidencial, Ramón Hernández. Junto a ellos, también estaban el Jefe de Custodia del Presidente, Guillermo Armentano, y el representante de Maradona, Guillermo Cóppola.
A las cuatro de la madrugada, Poli, como solían llamarlo en el ambiente, decidió retirarse a su casa para descansar, en aquel lujoso penthouse ubicado en el barrio de Palermo. Piloteó su BMW por las calles desiertas de la ciudad, y rápidamente se encontró en el garaje donde siempre guardaba el presuntuoso vehículo, digno de un verdadero Rey de la Noche.
El siguiente paso fue el que habitualmente realizaba madrugada tras madrugada, en el cual debía transitar media cuadra hasta la entrada del edificio donde estaba su departamento.
Dos pasos más adelante se encontró frente a frente con el sujeto, quien sólo le preguntó: “¿Poli Armentano?”.
El silencio fue la respuesta que necesitaba para desenvainar una pistola calibre 22 y con un solo disparo certero impactar contra la sien del empresario. El asesino huyó inmediatamente, y Poli quedó tendido en la vereda con su cabeza cubierta por la sangre.
Pasaron más de tres horas hasta que la ambulancia se hizo presente en el lugar. Armentano continuaba con vida, y lo más asombroso que aún estaba consiente, incluso intentó subir las escaleras del edificio donde vivía para llegar a su penthouse.
Fue internado en el Hospital Fernández, donde después de más de dos días de agonía exhaló su último suspiro, sin llegar a poder dar ningún nombre, ni ninguna pista que permitiera conocer al autor del hecho.
Cuando se iniciaron las investigaciones sobre el caso, comenzó también un desfile de posibles culpables, entre los cuales se sospechó de Guillermo Cóppola, miembros de la DEA, el organismo dedicado al combate del narcotráfico desde la embajada de EE.UU., poderosos enemigos de la noche, e incluso que el sicario había sido contratado por la familia Menem, debido a la relación que mantenía Zulemita con el empresario.
Lo cierto es que las investigaciones judiciales que fueron llevadas a cabo en torno al caso Armentano, muestran una serie de importantes irregularidades que han hecho imposible esclarecer el homicidio, y por lo que aún hoy es considerado uno de los asesinatos más enigmáticos de la Argentina.
Fuente Consultadas: Graciela Marker Para Planeta Sedna
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