Durante años, el fotógrafo José Luis Cabezas había sido el corresponsal elegido por la Revista Noticias, de la editorial Perfil, para cubrir la temporada veraniega en Pinamar, una de las zonas de la costa Atlántica más destacadas de los noventa, donde afluían políticos, empresarios y figurines de moda.
José Luis había llegado a Pinamar, junto con su compañero periodista, al comienzo de la temporada, para realizar el trabajo habitual durante los casi tres meses que duraban las vacaciones. Su principal objetivo debía ser conseguir aquella foto exclusiva que le permitiera responder a las exigencias del medio en el que trabajaba.
Pero aquella temporada duró menos de lo habitual para el reportero gráfico, ya que fue abruptamente terminada en la noche del 25 de enero de 1997, la misma noche en que Cabezas habías asistido a la fiesta del empresario Alfredo Yabrán, accionista de la empresa de correo Oca, entre otras.
Aquella noche, después de cubrir el evento con su compañera de toda la vida, la cámara de fotos, José Luis se retiró en el Ford Fiesta alquilado por la revista hacia la casa en la que residía en Pinamar por la temporada. Pero apenas descendió del vehículo, lo interceptaron un grupo de hombres armados, que después de golpearlo lo obligaron a ingresar nuevamente en el auto, para dirigirse a la ruta, en un camino sin retorno.
El fotógrafo jamás había temido a su trabajo. Él sabía lo que hacía y conocía la responsabilidad de cumplir con la labor de reportero gráfico, por lo que nunca dudo en apretar el disparador de su cámara de fotos para retratar a cualquier pez gordo de la Argentina, incluso en situaciones que demostraban las facetas más descabelladas de aquellos personajes. Hasta el momento, nada de esto había afectado su vida.
Cuando el motor del auto se detuvo, José Luis se encontró golpeado y esposado en una cava de un médano a orillas de la ruta. Por un momento, los disparos del arma que lo apuntaba iluminó la oscuridad de aquella madrugada. Pero esa no sería la única luz que alumbraría las tinieblas, ya que poco después, los asesinos introdujeron el cuerpo de cabezas en el auto, para luego dar lugar al comienzo del fuego, con el cual esperaban borrar por completo las evidencias.
Inmediatamente se conoció la noticia, que impactó no sólo al ámbito periodístico, sino también a toda la opinión pública, la cual buscó sin cesar que se hiciera justicia, a través de inagotables marchas sin descanso, bajo el lema “No se olviden de Cabezas”.
El primer sindicado por el asesinato del periodista gráfico fue el empresario Alfredo Yabrán, que al parecer estaba furioso con Cabezas porque había podido obtener una fotografía suya, ya que hasta el momento no se conocía públicamente el rostro del empresario.
Un año después del asesinato de Cabezas, precisamente el 20 de mayo de 1998, Yabrán se suicidaría, antes de ser detenido como autor intelectual del homicidio.
Varios años después, un grupo de personas fueron detenidas y acusadas de haber perpetrado el homicidio, entre los que se hallaron culpables a policías, custodios y civiles, que debieron afrontar una pena que en algunos casos se ha visto disminuida por el 2 por 1, la libertad condicional bajo fianza, y el arresto domiciliario.
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