El maestro de servicios de la mina San José está dedicado a contar su experiencia en empresas junto a sus compañeros. Un tremendo cambio de vida para este integrante de los 33 de Atacama, que todavía no logra dormir tranquilo y menos ver las imágenes del rescate sin llorar.
Emocionado hasta las lágrimas, con un pañuelo en la mano y bebiendo agua para tranquilizarse, el minero Jorge Galleguillos veía por primera vez las imágenes del rescate en la Mina San José este miércoles 20 de julio.
Un compilado de recuerdos que el maestro de servicios de la faena, junto a otros cuatro integrantes de los 33 decidieron exponer ante un grupo de obreros de la construcción para realizar la primera, de muchas, charlas motivacionales a empresas.
“Me emociona ver las imágenes del encierro y del rescate. En realidad no tengo ninguna grabación guardada y no quiero tampoco verlas, me afectan”, asegura Galleguillos de 57 años.
Cambio de rubro que el minero decidió realizar para mejorar su situación económica, y sobre todo, para seguir activo. Porque después de los casi dos meses enterrado bajo 700 metros de profundidad y de un rescate visto por más de un millón de personas en todo el mundo, Jorge Galleguillos es otro hombre.
EL PESO DE LA FAMA
"Nos cambio mucho la vida. De vivir en una mina, recorrerla diariamente y preocuparme de poner agua para las perforaciones y cargar los disparos, ahora paso a estar rodeado de gente, periodistas y cámaras que quieren saber de mi”, cuenta en voz baja don Jorge.
-¿Tiene algún tratamiento sicológico para superar el trauma del encierro?
-No tengo ningún tratamiento, tengo pesadillas cada noche, todavía no puedo superar bien la experiencia y el hospital nos dio de alta. Ahí quedamos los 33, sin licencia médica y ya sin ningún recurso económico que nos ayude. Incluso, el finiquito tampoco lo hemos recibido completo, porque los dueños de la mina sólo nos pagaron el 50% de la deuda.
-¿Irá a visitar la mina para el 5 de agosto, cuando se cumple un año del accidente?
-A la mina no me gustaría volver nunca, fue una experiencia muy ingrata para todos, donde aprendimos mucho, pero prefiero recordarla con la misa que esta programada para esa fecha en la Iglesia de la Candelaria en Copiapó.
-¿A su trabajo en la mina tampoco le gustaría regresar?
- A la minería no quiero volver tampoco, trabajar en las oficinas sería una cosa distinta, pero tengo las esperanzas perdidas por la edad y porque en el derrumbe de la San José perdí la audición. Para el accidente estaba muy cerca del derrumbe y quede con un 23% menos de audición.
-Las charlas son una nueva oportunidad entonces. Un nuevo rubro donde puede entregar su experiencia…
-Espero poder capacitarme más y seguir con estas charlas. Por ahora somos 21 los que estamos en este proyecto, nos iremos rotando para que todos nos conozcan y aprendan de nuestra experiencia. Ojala podamos seguir con esto y lograr también ayuda sicológica para poder enfrentar todo de una mejor manera.
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Carlos